20.11.25
El derecho a la educación es una de las prerrogativas más importantes previstas en la Declaración de los Derechos de la Infancia aprobada en 1959 por Naciones Unidas. La escuela, junto con la familia, es uno de los principales agentes educadores, y por ello, el derecho a que todos los niños y niñas disfruten de una escuela de calidad, inclusiva e igualitaria que les permita desarrollarse como personas es una condición indispensable para crecer como sociedad. En todo el mundo, hay miles de niños y niñas que no tienen este derecho garantizado, mientras que en Cataluña tradicionalmente el sistema educativo se ha considerado un ascensor social que ha permitido prosperar a los procedentes de contextos más vulnerables.
Con motivo de la conmemoración del Día Universal de los Derechos de la Infancia, la Fundación Pere Tarrés ha cuestionado, sin embargo, que el actual sistema educativo catalán sea hoy en día suficiente para garantizar el derecho a una educación plena para todos los niños, niñas y jóvenes del país. Tal como denunciaba recientemente un informe presentado por Cáritas, el código postal y la clase social son los verdaderos factores que ahora mismo determinan el éxito o el fracaso educativo. En un sistema universal que debería garantizar las mismas oportunidades educativas para todos, los prejuicios de clase, las circunstancias personales o las «mochilas» familiares acaban pesando demasiado. “¿Destinamos los mismos esfuerzos o la misma atención a determinados niños o niñas de un entorno familiar vulnerable, o los consideramos como casos ‘ya perdidos’ y no nos sorprenden, por ejemplo, sus malos resultados escolares? En nuestros centros socioeducativos vemos diariamente niños y niñas que no tienen garantizado un espacio adecuado para estudiar o hacer los deberes, y a menudo tampoco tienen el apoyo familiar necesario al llegar a casa, porque probablemente los adultos de la familia están trabajando”, explica el director adjunto de la Fundación Pere Tarrés, Rafael Ruiz de Gauna. “En este contexto, ¿cómo se puede hablar de igualdad de oportunidades? ¿Cómo podemos decir que todos los niños y niñas catalanes tienen garantizado el derecho a la educación?”
Según Ruiz de Gauna, la brecha educativa se encuentra actualmente en la educación fuera de la escuela y en las etapas más allá de la enseñanza obligatoria: “Hoy, en el siglo XXI, aunque es necesario avanzar en la equidad escolar, las principales desigualdades educativas se dan en las notables diferencias de oportunidades fuera del aula. Hay quien tiene actividades de ocio educativo, artísticas, deportivas, musicales, idiomas, refuerzo particular... y quien está en casa, sin hacer los deberes, o los hace en la cama, que es el único espacio que tiene”. De hecho, según el informe anual de la Síndica de Greuges de Cataluña, el 80% de los menores de catorce años no realiza ninguna actividad de ocio educativo en verano. Por ello, Ruiz de Gauna cree que es urgente que las administraciones inviertan en políticas para potenciar y desarrollar los ámbitos educativos fuera del aula, como los espacios de educación en el tiempo libre o los centros socioeducativos “para compensar las carencias del sistema público”. De hecho, diversos estudios recientes remarcan que la no participación en actividades extraescolares y educativas equivale a la pérdida de dos años de escolarización.
En los centros socioeducativos que forman parte de la red de la Fundación, los niños y jóvenes que asisten reciben apoyo educativo y acompañamiento emocional. A través de actividades basadas en el ocio educativo, desarrollan habilidades sociales y competencias transversales y participan, en algunos casos, en programas de atención psicológica. Más allá de los valiosos aprendizajes que adquieren, estos centros hacen posibles experiencias positivas para contrarrestar las situaciones difíciles que muchos de ellos viven en casa y funcionan como una red de apoyo para las familias, muchas de las cuales tienen graves dificultades económicas. A menudo estos programas educativos van mucho más allá de la infancia y actúan en el núcleo familiar, fomentando un ejercicio positivo de la parentalidad, de manera que los padres y madres adquieran competencias para mejorar los cuidados y la relación con sus hijos e hijas, previniendo así situaciones de violencia en el entorno familiar.
Pero, por encima de todo, son espacios que despiertan las ganas de aprender y permiten reconectar con el conocimiento a través del juego y de referentes positivos. Un informe interno de la Fundación Pere Tarrés determina que el último curso, casi el 100% de los niños y niñas que asistieron a uno de estos centros continuaron los estudios en la etapa postobligatoria. “Son antídotos contra el abandono escolar”, concluye Ruiz de Gauna.
La Fundación Pere Tarrés coordina una red de 97 centros socioeducativos en toda Cataluña y las Islas Baleares, donde acompaña globalmente a 7.354 niños, niñas y jóvenes. En uno de estos centros dirigidos a niños en situación vulnerable, el Centro Socioeducativo Poblenou, la Fundación conmemoró ayer esta jornada internacional con la pintura de un mural reivindicativo, con el lema “¡Transformemos nuestro futuro!”, que contó con la participación de los propios niños, niñas y jóvenes que asisten cada tarde.