EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

La Gata Perdida: la fuerza transformadora de los proyectos comunitarios

La Gata Perdida: la fuerza transformadora de los proyectos comunitarios

Dra. Isabel Torras
Profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - URL
Ver todos los artículos | Ficha de experta

25.10.22

A lo largo del último año he estado felizmente involucrada en un proyecto comunitario que marcará un antes y un después en la vida de todos sus participantes. Durante doce meses, más de trescientos cantantes de diferentes coros del barrio del Raval hemos estado ensayando una ópera de nueva creación escrita por la dramaturga Victoria Szpunberg y musicada por el compositor Arnau Tordera que acabó estrenándose en el Liceu el pasado 5 de octubre. Podría hablaros de la intensidad de la música, del acierto del texto, del maravilloso vestuario diseñado expresamente para la ocasión, de la impecable coordinación de los 11 grupos corales o de la exquisitez de las direcciones musicales y escénicas; pero concretamente en este artículo quiero hablaros de la fuerza de los proyectos comunitarios y de la huella imborrable que deja en sus participantes.

En los estudios de educación social y trabajo social hablamos a menudo con nuestros alumnos de la importancia de la acción comunitaria; desgranamos sus beneficios e intentamos transmitir la fuerza transformadora que tiene a partir del análisis de algunas buenas prácticas. Está bien y es necesario conocer la teoría y reflexionar sobre ella, pero sin duda la mejor manera de comprender plenamente la acción comunitaria es viviéndola y experimentándola en primera persona. El caso concreto del que quiero hablaros es “La Gata Perdida”: un ambicioso proyecto cultural liderado por LiceuApropa, el programa social del Liceu, que ha implicado a alrededor de mil personas de diferentes instituciones del barrio del Raval. ¡Y nada menos que en el proceso de creación de una ópera! ¡Cultura en mayúscula! Sensibilidades muy diversas al servicio de un objetivo común.

Todas las escuelas de música del barrio se han implicado en la ópera a través de sus corales o conjuntos instrumentales; entidades como Dona Kolors y Top Manta han confeccionado el vestuario; el Centro Ocupacional Sínia junto con la Escola Massana han diseñado el cartel; alumnos del INS Miquel Tarradell han participado en la adaptación del resumen argumental a Lectura Fàcil; artistas locales y la Cooperativa Impulsem han dado forma al graffiti del escenario.... por poner sólo algunos ejemplos de las muchas organizaciones que han intervenido.

No puedo negar que acabar cantando el Liceu ha sido el magnífico colofón de un largo e intenso proceso. Pero todos los participantes hemos estado de acuerdo en que el verdadero regalo ha sido el propio proceso. Gente muy diferente en edad, origen, procedencia y situación personal trabajando conjuntamente semana tras semana para conseguir un mismo objetivo. Y finalmente conseguirlo gracias al liderazgo de unos profesionales excelentes que nos han encomendado su entusiasmo y que han confiado en nosotros incluso más que nosotros mismos. Formar parte de un proyecto, sentirte cuidado por los profesionales que están al frente, tejer complicidades, notar que cuentan contigo, percibir que —a pesar de las dificultades— hay plena confianza en que todo irá bien, son vivencias claramente empoderantes. Incluso me atrevería a decir también que son vivencias sanadoras —no me extrañaría que los centros de salud de la zona hubieran notado una bajada de visitas durante estos últimos meses.

Los proyectos comunitarios bien realizados conllevan un claro beneficio tanto a nivel individual como social. A nivel individual porque inciden directamente en el bienestar físico y psíquico a través del desarrollo de actividades placenteras y significativas. A nivel social porque crean lazos entre las personas y, de forma natural, promueven el conocimiento mutuo, la cohesión y el sentido de pertenencia.

Si bien se considera que todo el mundo debería vivir en primera persona una experiencia de este tipo, para quien se cree que debería ser imprescindible sería por las profesiones sociales. Es decir, para aquellos profesionales que tienen entre sus funciones liderar proyectos comunitarios, y para quienes será mucho más sencillo llevarlos a buen puerto si antes han sido participantes activos. Proyectos que pueden ser de dimensiones y tintes muy diferentes pero todos ellos con un objetivo común: crear complicidades y red ciudadana. Colaborar en asociaciones de barrio, ya sea en centros cívicos, casales, esplais, agrupamientos, corales, etc. o implicarse de una forma u otra en movimientos vecinales debería ser de obligado cumplimiento para los estudiantes que deseen dedicarse a mejorar la vida de las personas de su entorno.

Se ha invitado a la responsable de LiceuApropa a explicar la experiencia en una de las tablas del I Congreso Internacional de Ocio Educativo y Acción Sociocultural organizado por la Cátedra de Ocio Educativo y Acción Sociocultural FESTS Pere Tarrés – URL que se llevará a cabo los próximos 3 y 4 de noviembre en Barcelona. Un congreso que quiere ser un punto de encuentro de expertos del sector para compartir conocimientos, reflexiones y retos sobre la acción sociocultural comunitaria.

Pero no os conforméis sólo con que os lo cuenten... ¡vividlo!