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10 consejos para gestionar los conflictos familiares en Navidad

10 consejos para gestionar los conflictos familiares en Navidad

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Familias  

19.12.22

Se acercan las fiestas de Navidad, que este año se presentan con el reto de reanudar definitivamente la normalidad, después de varias Navidades afectadas por pandemias, confinamientos y restricciones. Así, volverán los encuentros familiares navideños, un espacio donde pueden estallar desacuerdos, desavenencias y discusiones. El departamento de mediación, convivencia y acción comunitaria de la Fundación Pere Tarrés ha preparado diez reflexiones y consejos prácticos para disfrutar plenamente de la Navidad y gestionar mejor los conflictos familiares que pueden producirse en estas fechas sin desequilibrarnos emocionalmente.

Todos, en algún momento, nos hemos visto desbordados, bloqueados o perturbados por la mala gestión de un conflicto. Especialmente si se da en contextos familiares, un conflicto puede resultar muy destructivo y generar mucho malestar emocional. Claudio Marcelo López Mora, mediador del departamento de convivencia y acción comunitaria de la Fundación Pere Tarrés, ofrece 10 pistas y técnicas para sobrellevar las discusiones familiares más intensas.

Reflexiones previas ante el conflicto:

Presentamos primero algunas consideraciones que se utilizan en la mediación familiar para redirigir convenientemente los conflictos y perturbaciones emocionales consecuentes:

  1. No seguimos las provocaciones que pueden llevarnos a un conflicto. En medio de una conversación que va subiendo de tono o va encaminándose hacia una dirección que no nos gusta, debemos intentar no caer en provocaciones. En muchas ocasiones, el germen de una mala gestión de una situación conflictiva radica en una percepción subjetiva de una injusticia, pero no podemos exigir que las personas de nuestro entorno cotidiano nos traten siempre con respeto. Debemos ser más estratégicos e inteligentes en la gestión emocional y social y tener una mirada a medio o largo plazo que nos permita realizar un balance de los pros y de los contras.
  2. Estemos preparados para cuando llegue el momento y ensayamos réplicas menos nocivas. Como hemos dicho, es inevitable que tarde o temprano alguien nos trate de una forma que consideramos injusta, y ante esta certeza, debemos concentrar nuestras fuerzas en estar preparados y responder de una forma más eficaz y menos dañina cuando llegue una provocación.
  3. No nos dejemos llevar por la rabia. Aunque tengamos toda la justificación del mundo, si dejamos que la ira se desboque esto nos quitará totalmente la razón y, por otra parte, ésta no es la manera más constructiva de hacer frente a una situación conflictiva. En medio de una discusión, una réplica impulsiva y agresiva sólo contribuirá a una escalada del conflicto que no hará que las cosas sean como quisiéramos y que nos supondrá pagar una gran factura emocional y quizás un deterioro de las relaciones familiares.
  4. Convenzámonos de que podemos soportar la situación por muy incómoda que sea. Debemos aceptar y autoconvencernos de que, aunque se produzcan situaciones incómodas y desagradables, podemos soportarlas. La clave es mantener la calma y pensar que nosotros siempre tendremos el poder de no dejarnos provocar por la situación y de detener el conflicto.
  5. Encontramos unos momentos para detenernos y reflexionar sobre qué nos aportará reaccionar de forma impulsiva. No siempre será posible, pero en situaciones de conflicto en las que la tensión va subiendo y está a punto de desbordarse, es muy útil buscar momentos para detenerse y reflexionar sobre qué puede ocurrir si no redirigimos el conflicto de forma adecuada. Debemos preguntarnos mentalmente si una respuesta agresiva arreglará las cosas o qué imagen estaremos transmitiendo hacia nuestros familiares o amistades si perdemos el control.
  6. Siempre estamos a tiempo de rectificar y enmendar los errores. Si todas estas reflexiones no nos funcionan y respondemos a la provocación de forma inadecuada, debemos tener claro que siempre estamos a tiempo de rectificar, asumir nuestra parte de responsabilidad y reconducir la situación. Mantener una actitud de responsabilidad y humildad frente al conflicto será mucho más útil que dejar dilatar el conflicto en el tiempo.

Técnicas a aplicar cuando el conflicto nos desborda.

Los conflictos no son malos en sí mismos, lo perjudicial es no saber o no poder gestionarlos de forma adecuada. El conflicto es una herramienta evolutiva y necesaria, que no es necesario negar, sino redirigir, y tiene su razón de ser, como herramienta de crecimiento y de construcción de soluciones. Pero en exceso y mal gestionado, puede resultar perjudicial y romper relaciones fundamentales. Dejarnos llevar por la rabia o la frustración a la hora de afrontar una situación conflictiva puede ser muy dañino para nosotros y para las personas que amamos. A continuación, facilitamos algunas técnicas concretas para aplicar cuando el conflicto nos desborda y no sabemos cómo reaccionar:

  1. Técnica de “tiempo fundido” o “knock out”. Si nos vemos muy desbordados por el conflicto, es útil cambiar de habitación o incluso salir a la calle y dejar que se enfríe la situación para no reaccionar, en caliente, de forma inconveniente. Es el momento de plantearnos las reflexiones que hemos apuntado antes, en torno a cuáles serían las repercusiones de un hipotético conflicto o de la imagen que podemos transmitir a familiares y amigos si reaccionamos desproporcionadamente.
  2. Técnica del volcán o semáforo. Es básico aprender a identificar nuestras sensaciones y detectar cuándo aparece la ira y cómo aumenta. Para ello nos podemos imaginar el proceso de crecimiento de la indignación como un volcán que pasa por diferentes niveles antes de entrar en erupción, identificando dónde se localizan estas emociones y cómo van creciendo (están en el pecho, han llegado a la garganta, etc). También podemos representarnos mentalmente esta rabia creciente como un semáforo. Es conveniente identificar nuestro “punto de no retorno” para detenernos a tiempo antes la ira no llegue al color rojo y, por ejemplo, aplicar la técnica anterior: salir de la habitación y enfriar el conflicto para pensar con claridad.
  3. Técnica de estirar las manos. Una técnica útil para liberarnos de la tensión es apretar los puños y estirar las manos rápidamente 30 veces: para hacerlo, debemos contraer las manos, doblar los codos y después, desplegar los brazos con firmeza, como si salpicáramos. Está demostrado que practicar este ejercicio resulta muy útil para desactivar la adrenalina y sacar carga a las emociones negativas.
  4. Técnica de la respiración 5-7-10. Otro método de relajación que puede ayudarnos en estos momentos. Consiste en inspirar lentamente con el diafragma durante 5 segundos, contener la respiración durante 7 segundos y exhalar sin prisa durante otros 10 segundos, en el momento en que esté a punto de estallar el conflicto. Debemos respirar siguiendo este patrón durante varios minutos, repitiendo el ciclo. Otros métodos de relajación con los que estemos más familiarizados nos ayudarán igualmente a rebajar la tensión.