EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

El respeto: requisito imprescindible para un vínculo sano

El respeto: requisito imprescindible para un vínculo sano

Dra. Isabel Torras
Profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - URL
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14.02.17

La experiencia reciente vivida por un familiar cercano me ha llevado a reflexionar nuevamente sobre el establecimiento del vínculo entre los profesionales y las personas atendidas. Mis alumnos de los grados de educación social y trabajo social me han escuchado hablar muchas veces sobre la importancia de establecer un vínculo estrecho y de calidad con las personas atendidas, porqué la vinculación con el otro es fundamental para producir cambios significativos. Ahora bién, es imposible conseguir un buen vínculo si préviamente no hay respeto. El respeto al otro es lo primero.

Parece evidente, no? Pues a menudo los profesionales nos saltamos este paso. No hablo de grandes faltas de respeto, sinó de pequeñas situaciones cotidianas que, por frecuentes y por no ser demasiado graves, las hemos naturalizado y dadas por buenas. La experiencia a la que me refiero en el inicio del artículo tiene que ver con la pérdida de capacidades de una persona mayor, que la va convirtiendo progresivamente en una persona dependiente. 

Desde el momento en que esta persona comienza a estar acompañada por otra persona en las visitas que solía hacer sola: al médico, al banco, a la farmacia, a la trabajadora social, etc., los profesionales dejan automáticamente de dirigirse a ella, para dar las explicaciones pertinentes al acompañante (aunque insiste en que se dirijan a la persona mayor). Es como si, además de un proceso de pérdida de capacidades, hubiera iniciado un proceso de invisibilidad. Me dirás que no siempre es así y que hay muchos hombres profesionales. ¡Afortunadamente! Pero sigo considerando que hay faltas excesivas de respeto (seguramente sin mala intención por parte de la persona que las hace) que contaminan la relación y hacen extraordinariamente difícil establecer un vínculo saludable.

Tenemos que parar de vez en cuando y reflexionar sobre ello. He expuesto el caso del desprecio y la infantilización de una persona mayor cuando empieza a perder capacidad, pero también me gustaría prestar atención a otras intervenciones irrespetuosas que a veces los profesionales justifican por falta de tiempo, de personal, porque el otro "no entra", porque es necesario cumplir algunos horarios, porque en el fondo es por su bien... Cuando un bebé no respeta sus tiempos, ni sus horarios, ni sus espacios y lo hacemos ir al ritmo de los adultos, porque cuanto antes se acostumbra, "mejor", lo echamos de menos. Cuando hablamos de una persona, con ella delante, pero como si no estuviera allí (hecho muy común con niños, con personas con diversidad funcional, con ancianos dependientes), la estamos perdiendo. Ante la queja de la persona que también quiere ser tendido en cuenta, los profesionales se miran con superioridad y complicidad, como medio "ahora tendremos que perder el tiempo explicándolo", nos estamos perdiendo.

El único secreto que no cae en estas actitudes es considerar al otro como a ti mismo. Hacer el ejercicio permanente de ponernos en el lugar del otro y tratar de entender cómo debe sentirse frente a nuestras actuaciones profesionales. Revisarnos a nosotros mismos y autoobservarnos es el principal y más útil mecanismo para no caer en actitudes, que por ser comunes y no graves, no dejan de ser irrespetuosas. [Tweet Nos revisa y auto-observarnos es el principal mecanismo para no caer en actitudes irrespetuosas ]

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