EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

Los niños ven la vida a través de nuestros ojos

Los niños ven la vida a través de nuestros ojos

Dra. Isabel Torras
Profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - URL
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03.04.18

Hace poco he vuelto a ver la película La Vida es Bella, de Roberto Benigni, una fábula sobre la vida en un campo de concentración de un padre y su hijo de 6 años. Este padre consigue hacer vivir las graves penurias de un campo de concentración a su hijo como si fuera un juego y esto le ayuda en su vida posterior para que no impacte de forma tan negativa. Esto me ha hecho pensar y me ha hecho darme cuenta de la gran importancia que tenemos los adultos a la hora de interpretar la realidad a nuestros niños.

El poeta Rilke dijo: "La verdadera patria de la persona es la infancia", y yo aún añadiría: "Y los adultos tenemos la responsabilidad de darles las herramientas emocionales y los recursos para que los niños la puedan vivir el máximo de tranquila y feliz".

Todos los psicólogos coincidimos en decir que los seis primeros años de vida son básicos para el desarrollo de la persona, por lo tanto, la inversión en este momento vital es básico por que repercutirá beneficiosamente a lo largo de toda la vida de la persona.

La escritora Anaïs Nin decía: "No vemos las cosas como son, las vemos como somos". Con esto nos estaba diciendo que los adultos vamos modelando nuestra mirada en función de las experiencias, de los pensamientos, de las vivencias que hemos tenido ...

Pero, ¿qué pasa con los niños, que se acaban de estrenar en la vida, y aún no tienen posibilidad de tener experiencias en relación al entorno? Cuando son pequeños, principalmente el padre, la madre, pero también los adultos referentes que tiene el niño a su alrededor, maestros, educadores, monitores... son los que interpretan la realidad donde vive el niño y lo hacen básicamente a tres niveles.

Un primer nivel lo encontraríamos en esta interpretación del mundo. De hecho, el niño en sus primeros años de vida tiene un trabajo muy importante y es construirse una mirada sobre la vida, sobre el mundo, y situarse a sí mismo en este entorno. ¿Cómo lo hace? Pues por un lado explorando, experimentando, pero una parte muy importante le viene dada a partir del retorno que le hace el adulto más cercano de esta realidad que está viviendo. Una interpretación realista del mundo, realista ya la vez confiada, serena, optimista, ayuda al niño a ir viendo también el mundo desde esta perspectiva. Mientras que una visión del mundo desconfiada, triste, angustiada, también repercute en la visión que el niño tendrá de este mundo. No debemos olvidar que muchos de los miedos y de los prejuicios de los niños se los hemos traspasado nosotros, los adultos, en estas primeras edades.

Un segundo nivel es que los adultos ayudan a los niños a interpretar sus vivencias y emociones. Recuerdo una situación vivida en la que un niño que estaba jugando encima de una trona y se cayó. Instintivamente miró a su madre y con cara de espanto, casi se pone a llorar. Pero la madre le hizo un retorno muy positivo y muy tranquilo diciéndole: "Uy, no te has hecho daño, ¿verdad? Sólo ha sido un susto. Has caído, pero no te has hecho daño". El niño continuó jugando y al cabo de un rato vimos que estaba en un rincón de la habitación diciéndose a sí mismo: "No me ha pasado nada, ha sido un susto, no me he hecho daño". ¿Qué conseguimos con ello? Que el niño vaya poniendo herramientas a su mochila vital para reconocer sus propias emociones e interpretarlas de una manera serena, autónoma, tranquila, sin alarmarse. No hay mejor regalo que podamos hacer a un niño que darle estas herramientas y estos recursos para que pueda ser autónomo en un futuro, para que pueda cuidarse a sí mismo de una forma adecuada.

Y en último lugar, ayudamos a los niños a verse a sí mismos. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que el niño va incorporando su visión de sí mismo en función del retorno que le hacemos los adultos. Tal y como nosotros los vemos, ellos se ven. Se identifican con los adjetivos, las palabras, las expresiones, que les hacemos los adultos. Es muy diferente decir a un niño: "¡Oh, mira que eres listo, que eres listo, que eres divertido!", que decirle: “¡Ay chico, que eres pesado, es que todo el día te mueves, que torbellino, no sacaremos nada de este chico!". Recordemos que el lenguaje no es neutro y todo lo que estamos diciendo al niño, él lo incorpora de una manera automática y vemos que el autoconcepto tiene mucho que ver con la autoestima futura. Que diferente será una autoestima en el primer caso, que una autoestima en el segundo caso.

Otro aspecto que quisiera comentar es que todo esto que acabamos de decir, cada niño lo integra de forma diferente en función de la edad que tiene y del nivel de conocimiento. Por lo tanto, nos tenemos que adaptar a este nivel de conocimiento. No es lo mismo un niño de tres años, que un niño de diez, que un niño de doce. Cada momento vital, cada momento infantil tiene su propio pensamiento, su propia forma de ver las cosas, y por lo tanto nos tenemos que adaptar. Por ejemplo, debemos tener presente que hasta los siete años no se incorpora la lógica al pensamiento del niño y de la niña y no es una lógica abstracta, como la que tenemos los adultos, es una lógica muy concreta, muy centrada en su entorno más cercano. Recuerdo un caso en que una madre me decía que su hija había vuelto a casa diciendo: "¡Ay, estoy cansada de hacer patinaje, no me gusta!" y su madre le dijo: "No te preocupes, la próxima vez que vayamos les diremos que te borren" y ella dijo: "No me podrán borrar, me han apuntado con bolígrafo". Claro, esto es un pensamiento muy concreto, esta niña aún no había adquirido la idea de borrar, pensando que podían borrar, sacándola de la lista, sino un borrar concreto, con la goma. Pues este pensamiento tan concreto debemos tenerlo presente cuando nosotros hablamos con los niños y nos adaptamos, lo adaptamos nuestras explicaciones a ellos. Porque si no puede que les hablemos con un nivel en el que ellos no pueden entender.

Pues resumiendo, lo que os quiero explicar es que acompañar a los niños en la interpretación serena, positiva y realista, pero a la vez esperanzada del mundo en el que viven, es irles dando herramientas que incorporarán en su mochila vital para hacer frente a todas estas vivencias que irán teniendo en el futuro y los vamos ayudando, por tanto, a ser cada vez más autónomos.