EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

Ética, ciencia y técnica: tres ejes constitutivos de la profesionalidad

Ética, ciencia y técnica: tres ejes constitutivos de la profesionalidad

Jesús Vilar Martín
Director Académico de Grado y profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL
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05.02.17

Es evidente que las características del mundo actual y las interacciones que en él se producen exigen que los profesionales de la educación social estén rigurosamente formados si quieren ir más allá del asistencialismo y del control cuando trabajan con personas para que tengan una vida autónoma y digna. Esto sólo es posible desde actuaciones rigurosas, bien fundamentadas y técnicamente bien implementadas. Ahora bien, hay que aceptar que ética y complejidad van de la mano, si realmente se quieren superar los riesgos de despersonalización que conlleva la tecnocracia. Las actuaciones han de tener “alma”, han de estar guiadas por un horizonte ético de valores que orienten, y de virtudes y actitudes que permitan actuar en coherencia con estos valores. De hecho, la voluntad política para un mundo mejor y más justo está implícita en la educación social.

Si aceptamos que ciencia, técnica y ética interactúan de forma constante, entenderemos la profesionalidad como una acción implicada que se define desde la vocación y la voluntad de servicio público comprometido con unos valores, pero que se redefine desde la reflexión y el rigor del conocimiento para que realmente se cumpla el compromiso ético que la profesión ha adquirido con la sociedad.

El profesional reflexivo ha de dominar la técnica para actuar coherentemente desde el sentido moral en situaciones complejas y políticamente comprometidas y, a su vez, la técnica tomará sentido en la medida que disponga de un horizonte valorativo que le oriente en el uso de su conocimiento. Hablar de rigor y de calidad comporta poner el énfasis en la responsabilidad respecto de las expectativas que se crean a las personas atendidas y a la forma como se contribuye a mejorar las condiciones sociales de la comunidad. Aunque hoy en día nadie discute la predisposición de los profesionales para trabajar conscientemente y de manera explícita desde supuestos éticos, también es cierto que únicamente con voluntad pero sin conocimientos y una formación específica en estas temáticas, el profesional se mueve en un terreno de intuición y de improvisación que no le ayuda. Por todo ello, hay que articular de forma armónica vocación, ética y técnica, lo que comporta poner el discurso de la ética aplicada, los valores y las actitudes en el centro de la formación inicial, pero también en la formación permanente y en el día a día de la vida profesional. [Tweet Hay que articular de forma armónica vocación, ética y técnica ] Es conveniente que la ética se convierta en un eje transversal tanto de la formación como de la práctica profesional, de manera que desarrolle e integre competencias y habilidades éticas, científicas, técnicas y personales-emocionales.

Esto implica que lo ético no sea únicamente reflexionar en un plano conceptual o filosófico, sino que ha de estar presentes en todos los pasos y procesos técnicos de la acción profesional: en el rigor de un diagnóstico, en la calidad de una argumentación, en la precisión de un diseño o de una evaluación, en la predisposición a trabajar cooperativamente o en la forma respetuosa de relacionarse con las personas atendidas, en la prudencia a la hora de hacer juicios de valor, en la justicia a la hora de deliberar y de tomar decisiones. Estos argumentos son especialmente relevantes cuando se trata de abordar conflictos de valor concretos. Nuestros estudios nos muestran que para el profesional científicamente y técnicamente formado, la sensibilidad moral y el compromiso político son elementos necesarios y fundamentales para ejercer la profesión de manera justa y honesta, pero no son suficientes por ellos mismos si no se traducen en un método. En este sentido, urge una formación que le capacite para gestionar de manera ordenada y sistemática los conflictos de valor y los dilemas morales. Estamos convencidos que es ineludible una capacitación específica en cuestiones de ética aplicada que aporte conocimientos teóricos sobre la disciplina, pero también un método cooperativo de deliberación que permita al profesional abordar de manera justa estas situaciones. La formación ética en su sentido más amplio (conceptual, técnico-metodológico y emocional) ha de complementar la formación técnica, de manera que el profesional pueda ir más allá de las buenas intenciones y realmente impacte en todos los momentos del proceso de intervención. 

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