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Las 4 claves de la formación estratégica en el tercer sector social

Las 4 claves de la formación estratégica en el tercer sector social

Sonia Fajardo
Directora de Formación profesional, académica e inserción laboral
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29.04.22

El sector social es un sector emergente y estratégico en Cataluña debido al crecimiento de las desigualdades sociales, la pobreza y el contexto de los cuidados y la dependencia (FOESSA, 2022). Es un reto que nuestro sector disponga de las competencias profesionales para atender a las necesidades sociales, especialmente de los colectivos más vulnerables.

Una de las políticas e instrumentos más potentes en el desarrollo profesional es su formación. Que esta debe ser estratégica es un hecho conocido por todas las entidades y profesionales que nos dedicamos a la formación.

¿Qué indicadores constatan si la formación es estratégica en una organización? Apunto cuatro claves que a su vez nos permiten diagnosticar y abordar propuestas de mejora.

La primera clave, ¿el plan de formación lo lidera la dirección de la entidad? Las formaciones responden a un plan estratégico, al menos tiene claras las metas a corto y largo plazo que necesita alcanzar su entidad y, por tanto, vienen apoyadas por la formación y los planes de desarrollo de su equipo profesional retribuido y voluntario.

La segunda, ¿se destinan los recursos suficientes para formar al personal? El tercer sector está marcado por la falta de recursos y la debilidad en las vías de financiación de los proyectos sociales y de las estructuras. Por tanto, no es extraño que el primer reto de las entidades que hacen formación sea hacer frente a la falta de fondos para ofrecer una formación adecuada. Según un estudio, el promedio de presupuesto anual destinado a formación por las entidades es de 7.200 euros (2019).

Por otra parte, los fondos procedentes de la formación programada (FUNDAE) no se agotan por la complejidad técnica que implica a las entidades. Además, otras vías de financiación de la administración pública instan a poder ser un recurso que garantice una planificación estable.

Tercera premisa, ¿la formación es de calidad? ¿Se evalúan y se constatan los cambios que genera? Los estudios internacionales coinciden en indicar que sólo el 30% de los aprendizajes adquiridos mediante la formación se aplican en los puestos de trabajo. Para aumentar este indicador es necesario invertir en evaluar no sólo la satisfacción sino también en la evaluación, y más aún, es necesario invertir en analizar cuáles son los factores y barreras potenciadores de la aplicabilidad, y diseñar estrategias para mejorar.

En cuarto y último lugar, la formación impulsa la innovación. Un reciente estudio indica que uno de los principales retos del tercer sector es la adaptación tecnológica (ESADE-PwC, 2021). Invertir en la adaptación tecnológica y la transformación social digital debe ser un pilar de los planes de formación en la actualidad. Sin embargo, no más del 10% de las formaciones son del ámbito. La carencia de sinergias entre el sector social y el digital debería ser una prioridad.

Por último, debemos impulsar una formación estratégica, que genere cambios. Es necesario involucrar a las direcciones en la toma de decisiones, integrar principios de calidad y de evaluación del impacto, invertir en formación para la innovación, hacer incidencia política para garantizar una financiación ajustada al sector o aumentar el reconocimiento de la formación. Debemos ser creativos y, al mismo tiempo, aprender de iniciativas pioneras, conducidas por expertos. En definitiva, hacer de la formación el instrumento que lidere el desarrollo del conjunto de profesionales del sector social y sus competencias como sector emergente en Cataluña.