COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL

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Familias monoparentales: ¿familias en situación vulnerable?

Familias monoparentales: ¿familias en situación vulnerable?
Cecília Monteis

Cecília Monteis
Coordinadora pedagógica de Programas de Acción Social

Marc Perales

Marc Perales
Coordinador de programas de Infancia y Familia

05.11.19

El modelo de familia indudablemente ha variado y cambiado con el paso del tiempo. Bajo la perspectiva sistémica, se define la familia como un conjunto organizado e interdependiente de personas en constante interacción, que se regula por unas reglas y por unas funciones dinámicas que existen entre sí y con el exterior (Minuchin, 1986; Andolfi, 1993; Musitu, 1994; Rodrigo y Palacios, 1998).

Partiendo de esta definición de sistema familiar, nos encontramos con las familias monoparentales, las cuales, según la normativa aplicable, se definen como aquellas que están formadas por uno o más hijos menores de veintiún años, o de veintiséis si estudian, que conviven con una sola persona y que dependen económicamente de ella.

Hay que decir que no todas las familias monoparentales tienen el mismo punto de salida: por un lado, nos encontramos familias monoparentales por voluntad propia: son aquellas que libremente y de manera voluntaria han elegido esta condición. En el otro lado de la moneda nos encontramos las familias monoparentales sobrevenidas, es decir que se han encontrado con esta situación, que les ha venido dada. Estarían en esta situación las personas viudas o en situación equiparada con hijos o hijas a cargo, personas separadas o divorciadas que tienen la guarda de sus hijos o hijas y que, o bien no perciben la pensión de alimentos fijada judicialmente -que perciben una pensión por un importe inferior al 50% del IRSC (índice de renta de suficiencia de Cataluña) por cada niño- o bien que la persona haya sufrido abandono o violencia machista, de acuerdo con la Ley del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista con niños a cargo. También se considera familia monoparental en caso de que un progenitor tenga niños a cargo y que el otro progenitor esté encarcelado u hospitalizado o en otras situaciones similares durante un año o más.

Dentro de los hogares monoparentales, sobre todo para la mayoría formada por madres solas, muy a menudo se acumulan problemáticas estructurales que desencadenan en situaciones de vulnerabilidad o riesgo de exclusión social: la falta de recursos económicos relacionados con déficits de formación y/o experiencia laboral de las madres que en un momento dado optaron por la dedicación exclusiva al hogar. A menudo, a esta situación se añade la dificultad por el cobro de pensiones en el caso de divorcio, y la dedicación al cuidado de los hijos se traduce en más dificultades para tener un empleo a tiempo completo, pero también para tener espacio de ocio para ellas mismas. Hay que decir que esta situación se agrava en el caso de tener hijos con discapacidades o enfermedades.

Muchas veces esta realidad va acompañada por una falta de red familiar y comunitaria que no favorece la salida de las situaciones de vulnerabilidad social: madres solteras alejadas de su familia de origen, madres que han sufrido un divorcio traumático o víctimas de violencia de género, motivos por los que a menudo se ven forzadas a hacer cambios de residencia lejos de la familia de origen que les pueda apoyar en el ejercicio de su marentalidad.

Los hogares monoparentales presentan la renta anual media por unidad de consumo más baja y tienen la tercera tasa de riesgo de pobreza; especialmente se encuentran en esta situación, mayoritariamente, las madres solas divorciadas o separadas con poca formación, con poca experiencia laboral o con experiencia laboral fragmentada. En segundo lugar, encontramos las madres con hijos con discapacidad y con pocos recursos, y en tercer lugar, las madres adolescentes.

Desde los Servicios de Intervención Socioeducativa, además de dar respuesta a la capacitación parental de los padres y madres, es de vital importancia ser referente a la hora de reforzar las redes de apoyo social, creando un "sistema de apoyo" que intenta garantizar el vínculo entre las familias y que vaya más allá de su estancia en los centros socioeducativos y que tejan un apoyo real que se mantenga en el tiempo a pesar de que nosotros dejemos de estar presentes.