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La empatía en procesos de pérdia o duelo

La empatía en procesos de pérdia o duelo

Lisette Navarro Segura
Profesora del Grado en Educación Social y Trabajo Social, del Máster universitario MEIA y del Postgrado de Experto universitario en herramientas para la intervención socioeducativa para profesionales de la acción social.
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30.04.20

¿Te has encontrado alguna vez ante una persona que estaba muy triste y no sabías qué decir o qué hacer? Por el contrario, ¿alguna vez te has sentido muy apoyado y comprendido ante una pérdida? Tanto en un caso como en otro, la habilidad que hay que poner en juego es la empatía. Si quieres gestionar correctamente las situaciones de pérdida o duelo, ¡sé empático de verdad! 

De la empatía se habla mucho, pero, serlo de verdad y, sobre todo en las situaciones con las que se encuentra un educador social, es un poco más difícil o complicado de lo que uno puede pensar. La empatía, según Michelson, es la capacidad de conectar de manera correcta y sincera con los sentimientos y emociones de otra persona. Nadie puede vivir lo mismo que otro. No nos podemos poner en la piel de nadie porque las experiencias y vivencias son personales e intransferibles. Pero lo que sí compartimos, o nos une a todas las personas, son los posibles sentimientos que una situación nos puede generar. 

Pongamos un ejemplo. Como educadores podemos trabajar con personas o niños que han sufrido la pérdida o separación de sus padres. Esto les genera un sentimiento de tristeza y de impotencia que nosotros no hemos sentido porque tenemos cerca nuestra madre y nuestro padre. Sin embargo, tal vez hemos vivido una situación como una mudanza, un cambio de país o la pérdida de un trabajo, que para nosotros era muy importante, y nos ha hecho sentir igualmente tristes e impotentes. 

Si dejamos de lado las similitudes o diferencias entre las situaciones y nos centramos en los sentimientos y emociones que estas nos produjeron, encontramos que esto nos une y nos da pistas de cómo se encuentra el otro. Y lo que es más importante aún, lo que puede necesitar en este momento.Si conectamos con lo que nosotros agradecimos en ese contexto, ya sea tener a alguien al lado con quien poder hablar, que nos respetaran nuestro tiempo para reaccionar, o que nos permitieran llorar y desahogarnos sin sentirnos mal por hacerlo, podemos obtener pistas sobre cuáles deben ser nuestras acciones como profesionales. El otro no debe necesitar exactamente lo mismo que nosotros, pero conectando con sus sentimientos seguro que el otro notará que estamos cerca y que estamos ahí. Y eso es lo más importante. 

Una dificultad de la empatía se encuentra en detectar cuál es la emoción que puede estar sintiendo el otro: ¿es rabia o frustración? ¿Está triste o desmotivado? A veces son sentimientos cercanos pero que requieren de actuaciones diferenciadas y, sobre todo, la mayor dificultad radica en no terminar sintiendo exactamente lo mismo. Tenemos que conectarnos con el sentimiento, pero debemos ser capaces de retornar a nuestro estado emocional original. Si nos implicamos emocionalmente y rompemos esa mínima distancia necesaria, nos encontraremos que somos dos personas frustradas, o dos personas desmotivadas, y desde ahí no podremos ayudar ni acompañar al otro. 

Para los educadores sociales esta es una habilidad fundamental. Debemos estar preparados para conectar realmente con los sentimientos de personas que viven situaciones de pérdida y duelo extremas, como pueden ser desahucios, aislamiento social o marginalidad mientras nosotros vivimos una realidad muy lejana. Sin la empatía, por lo tanto, nunca podremos ser buen profesionales referentes y modelos para estas personas. 

No te pongas en la piel de nadie. Nunca sabrás como una situación afecta al 100% a otra persona. Conecta con lo que siente por poder acompañar sin interferir y respetar su ritmo y proceso. Y tú, ¿sabrás ser empático y conectar con los sentimientos de los demás?

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