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Emergencias y tercer sector: más allá de la respuesta, también la comunicación importa

Emergencias y tercer sector: más allá de la respuesta, también la comunicación importa

Carlos Faneca
Coordinador de proyectos en Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés
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01.09.25

El contexto actual en el que vivimos, en el que los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático, impulsa a las entidades del tercer sector a prepararse para actuar, pero también para comunicar. Ante situaciones de emergencia, las entidades no solo abanderan la respuesta social y comunitaria, sino que también deben convertirse en referentes comunicativos, generadores de confianza y transmisores de información rigurosa y útil.

Con esta mirada, el pasado 26 de junio se celebró en Valencia la jornada Más allá de la emergencia: aprendizajes de la gestión del voluntariado en situaciones de crisis, impulsada por La Volunteca, proyecto estatal coordinado por la Fundación Pere Tarrés y la Plataforma del Voluntariado de España. La jornada sirvió para reflexionar sobre el papel que juegan las entidades del tercer sector y el voluntariado en situaciones sobrevenidas, y para compartir aprendizajes desde la experiencia de diferentes entidades.

Uno de los temas tratados fue, precisamente, la comunicación. ¿Cómo informamos desde el tercer sector en contextos de crisis? ¿Qué funciones asumen las entidades y las personas voluntarias a la hora de transmitir información y generar confianza? Y, aún más importante en tiempos convulsos: ¿cómo identificar y combatir la desinformación?

Comunicar para cuidar: una responsabilidad del tercer sector

Cuando estalla una emergencia, la respuesta de las entidades sociales es inmediata. Desde la atención directa hasta la movilización de voluntariado o la logística de ayuda, el tercer sector demuestra una gran capacidad de reacción. Pero, habitualmente, la comunicación queda en un segundo plano, absorbida por la urgencia operativa. Y, no obstante, dar mensajes claros también es actuar.

Informar con precisión, transmitir serenidad, ofrecer pautas útiles, escuchar activamente y responder a la comunidad son formas de cuidar. En contextos de alta incertidumbre y vulnerabilidad, una buena comunicación puede reducir la angustia, reforzar la confianza y mejorar la respuesta colectiva.

Es aquí donde el tercer sector tiene un activo valiosísimo: la confianza social. Las entidades, especialmente las que cuentan con un arraigo territorial y una trayectoria consolidada, se perciben como fuentes creíbles y propias. Esto las convierte en interlocutoras claras, especialmente cuando los canales institucionales no llegan a todo el mundo o generan a distancia, los medios de comunicación ofrecen información interesada o las redes sociales desinforman.

La desinformación: un riesgo en crecimiento

Cada vez más, las situaciones de crisis vienen acompañadas de otra emergencia paralela: la desinformación. Rumores, noticias falsas, imágenes fuera de contexto, vídeos que no corresponden a la situación de emergencia en cuestión o audios alarmistas pueden generar pánico, bloquear la ayuda, saturar los servicios o provocar conflictos.

A modo de ejemplo, durante la dana que afectó Valencia el mes de octubre de 2024, distintas informaciones falsas sobre lo sucedido corrieron por grupos de WhatsApp y redes sociales, pero también sirvieron para llenar programas de televisión con grandes audiencias. Se difundió, interesadamente, información fraudulenta sobre gente atrapada en el aparcamiento del Centro Comercial Bonaire, la supuesta responsabilidad del gobierno en las inundaciones debido a una falsa destrucción de pantanos o los mensajes y los vídeos que trataban de criminalizar a personas migrantes, entre otras muchas fake news.

Durante la jornada organizada por La Volunteca en Valencia, se destacó la necesidad de detectar, desmentir y anticipar estos rumores. ¿La mejor forma de hacerlo? Con una comunicación práctica, clara y continua; con canales directos con la comunidad; evitando amplificar informaciones dudosas, y con la alianza entre entidades, medios y administraciones para garantizar una voz compartida y fiable.

Hacia una comunicación más estratégica y preparada

La transmisión de información en emergencias no puede ser improvisada. Como en cualquier otro ámbito de la acción social, hay que planificarla, ensayarla e integrarla en los protocolos de actuación. Esto implica disponer de planes de gestión comunicativa para una crisis, con roles definidos, canales y mensajes preparados; formar equipos para hacer frente a los retos de difusión con herramientas y criterios comunes; establecer protocolos de coordinación con otros actores del territorio para evitar contradicciones o sobreinformación, y poner la comunicación al servicio de las personas: clara, empática, útil y veraz.

Hay que destacar el papel de las personas voluntarias, puesto que no solo colaboran con las tareas sobre el terreno, sino que también explican, comparten, transmiten. Por este motivo, es necesario formar al voluntariado en comunicación básica en situaciones de emergencia y dotarlo de mensajes clave o recomendaciones. Reconocer su rol como altavoz social puede marcar la diferencia.

Un reto colectivo y una oportunidad

El cambio climático no es una amenaza de futuro, sino una realidad del presente. Frente a este escenario, las entidades del tercer sector deben seguir siendo referentes de respuesta, pero también de comunicación transformadora. Porque cuando todo se tambalea, la información no es solo una necesidad: es una forma de apoyo, de protección y de vínculo. Y el tercer sector, más que nunca, puede ser la voz que transmite confianza y esperanza donde más necesaria es.

 

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