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¿Cómo acompañar a los jóvenes en situación vulnerable?

¿Cómo acompañar a los jóvenes en situación vulnerable?

Núria Mirón Andreu
Educadora social. Formadora de cursos de ocio y atención a personas con discapacidad
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07.05.21

El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre la mirada hacia los jóvenes, desde dónde y cómo los acompañamos. No pretende ser una guía pedagógica ni facilitar una serie de instrucciones o pautas, pretende profundizar sobre la intervención educativa que se lleva a cabo con los y las adolescentes en los diferentes espacios educativos.

Las reflexiones del siguiente artículo surgen después de haber acompañado a jóvenes, profesionales y familias en esta etapa llena de incertidumbres, miedos y conflictos. 

¿Cómo viven los jóvenes su adolescencia?

La adolescencia es una de las etapas evolutivas más difíciles, se deben afrontar cambios en todos los niveles, físicos, emocionales, morales, de relaciones y de compromisos, en una sociedad excluyente y llena de prejuicios. Dejan atrás la infancia y entran en una nueva etapa llena de retos y nuevas vivencias hasta ahora desconocidas. 

Ser adolescente se puede definir en cuatro grandes características:

  • La confrontación con los adultos: éstos pasan a un segundo plano, los y las adolescentes les rebatirán cualquier tema con el fin de autoafirmarse y demostrar que ya no son niños.
  • Prioridad por la solidaridad de los iguales: el grupo de amigos/as pasa a ser el más importante, esto se convierte en presión social de grupo.
  • Estados emocionales impredecibles: ambivalencia emocional, pasan de la euforia a la tristeza o apatía en pocos minutos.
  • Necesidad de descubrir y experimentar por la búsqueda de la autoafirmación y auto-concepto. 

¿Y qué significa Jóvenes en situación vulnerable?

Los y las jóvenes en situación vulnerable se enfrentan a la adolescencia desde una perspectiva complicada: a la condición de adolescentes se suman sus situaciones personales difíciles y conflictivas. Tienen una sensación muy grande de soledad y un vacío que no saben cómo llenar o con quién. 

Muchas veces este rol de adulto referente que necesitan lo ejerce su grupo de iguales, que también son adolescentes y que la gran mayoría también sufren situaciones similares. 

Los jóvenes en situación vulnerable presentan algunas características tales como: 

  • Tienen entre 12 y 18 años y se encuentran en situaciones personales y familiares complejas y desfavorecidas.
  • Fragilidad y vulnerabilidad: son "abandonados" a su suerte con un gran sentimiento de soledad.
  • No se sienten parte activa de la sociedad y "provocan" situaciones de conflicto para mostrar su insatisfacción.
  • No tienen atendidas sus necesidades básicas y eso los pone en una situación de desventaja social.
  • Presentan poca tolerancia a la frustración con necesidad constante de buscar el límite para autoafirmarse.
  • Son pasivos, sin muchas aspiraciones ya que no sienten que todo lo que ocurre a su alrededor les afecte.
  • No se aceptan tal como son y no llegan a quererse.
  • Buscan constantemente la estima, afecto, comprensión y que los escuchemos.
  • Han adquirido el rol de adultos obligados, debido a su situación personal no pueden vivir su adolescencia.

Cuando hablamos de jóvenes en situación vulnerable, esta necesidad de huida, de confrontación, pero de búsqueda constante del adulto referente se acentúa aún más debido a la carencia de tener un referente claro. Su rebeldía, su malestar, su apatía y búsqueda constante de nuevas sensaciones responde a sus necesidades de afecto, de reconocimiento, en la búsqueda de una guía que les acompañe en este proceso. 

¿Cómo acompañar y ser un referente para estos jóvenes?

Como educadora de adolescentes siempre me he encontrado con jóvenes enfadados y enfadadas con las decisiones que tomamos los adultos hacia la sociedad, sienten que su palabra no tiene validez y que nadie la tiene en cuenta, impotentes ante situaciones que les parecen injustas, apáticos y pasivos, ya que no creen que su participación sirva para nada. 

Una vez hecha la reflexión sobre cuál es la mejor manera de acompañar a estos jóvenes que se encuentran en situaciones complejas, se tendrán en cuenta las siguientes opciones de intervención educativa: 

Los y las adolescentes se oponen a los adultos para reafirmarse, para demostrar que ya no son niños, que no dependen ni necesitan los adultos referentes. Pero no olvidemos que es cuando más necesitan ser acompañados, desde la distancia, dando a los jóvenes su espacio, con una mirada comprensiva y de afecto, sin juzgar ni imponer, ayudando y respetando su ritmo. 

Ofrecer un espacio propio, de confianza, donde puedan dar su opinión y no sentirse juzgados o que su opinión no es tenida en cuenta; libre de prejuicios donde suelten sus inquietudes y necesidades, construido por el grupo de iguales donde sean protagonistas. 

Los adultos que acompañan a los adolescentes deben ser cercanos, deben estar disponibles, alguien a quien puedan pedir ayuda en cualquier momento, positivos con actitud abierta y accesible, convertirse en un referente para ellos y ellas. Acompañar a los jóvenes y las jóvenes desde el respeto, escuchando lo que dicen y lo que no, teniendo en cuenta sus intereses y motivaciones, observando desde la distancia, pero acompañando desde la proximidad, el afecto y la calidez.