COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL

BLOG FUNDACIÓN PERE TARRÉS

¿Hundirnos o salir fortalecidos? 5 factores clave para el desarrollo de la resiliencia

¿Hundirnos o salir fortalecidos? 5 factores clave para el desarrollo de la resiliencia

Paco López
Profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL
Ver todos los artículos | Ficha de experto

21.03.21

¿Qué tal vais de anticuerpos ante la adversidad? Resiliencia, que es la capacidad de hacer frente a las adversidades e, incluso, salir fortalecido de ellas, ha sido una de las candidatas a palabra del año 2020.

Pero, ¿cuáles son sus ingredientes? ¿Qué es lo que nos ayuda a estar preparados ante a las dificultades de la vida? ¡Vamos a intentar responder a estas preguntas!

A estas alturas de la película seguro que ya habéis descubierto que la vida no es siempre de color rosa. Vivimos tiempos que nos lo recuerdan de manera persistente. Y a unos más que a otros.

Conflictos armados, desigualdad económica, desastres naturales, pérdida de seres queridos… ¿Qué hace que, ante estas situaciones, haya seres humanos que se hunden y otros, sin embargo, salen adelante o, incluso, aprovechan esas situaciones para salir mejorados o fortalecidos?

Este es el primer libro sobre la resiliencia que se publicó en España, hace ya más de 20 años. Fue una publicación impulsada por la Fundación Pere Tarrés.

Su autor, Stefan Vaniestendael repasa en él los cinco factores que los investigadores han encontrado en historias de vida resilientes, lo que llamamos “factores protectores”.  Son nuestros antídotos contra la derrota, nuestra poción mágica, la fuente de nuestra capacidad de resistencia y adaptación.

El primero es el apoyo social. El apoyo social nos habla de relaciones humanas, de hombros amigos, de gente que nos ayuda, que nos aconseja o que nos escucha en los malos momentos. En su núcleo está la experiencia humana de sentirse aceptado por lo que uno es. Sus fuentes van desde la familia y los amigos a la gente con la que estudiamos o trabajamos… o la comunidad de la que nos sentimos parte. Pero no basta con su disposición a echarnos una mano. En el apoyo social también juega nuestra capacidad para dejarnos querer y cuidar por los demás.

El segundo factor protector es la autoestima. Ante las dificultades, la manera en la que nos miramos a nosotros mismos incrementa o disminuye las posibilidades de salir adelante. Lo que pensamos sobre nuestras capacidades, cómo nos sentimos dentro de nuestra piel, cómo nos cuidamos… Si creemos que somos listos o tontos, guapos o feos… Si nos tratamos bien o nos autoflagelamos constantemente… Todo ello también activa o desactiva nuestra energía ante la adversidad.

Muy relacionado con la autoestima está el tercer factor protector, que es el tener competencias o capacidades prácticas… Ser hábil construyendo algo, saber cantar, bailar o cocinar… Tener habilidades, en general, y, de manera especial, tener habilidades sociales. Saber comunicarnos, saber escuchar, pedir perdón, dar las gracias, hacer o recibir críticas… Todo ello también se pone en juego ante la adversidad y nos hace más fuertes.

El cuarto factor protector que aparece en las investigaciones sobre la resiliencia es la capacidad de dar sentido a lo vivido… Es tener respuesta a las grandes preguntas como ¿por qué o para qué me levanto cada mañana? Pero también a las pequeñas preguntas cotidianas: ¿Por qué estoy aquí, frente a la cámara, hablándoos de todo esto? Esta capacidad se pone a prueba en las situaciones complicadas y nos ayuda a encontrar razones para no rendirnos o, incluso, para entender que hay dolores inútiles y otros que nos ayudan a crecer.

Seguramente el quinto factor protector fue el que más sorprendió a los investigadores. Quizás no esperaban que el sentido del humor apareciese de manera tan recurrente en las historias de vida analizadas. Pero así es. El sentido del humor nos habla de aceptar la fragilidad como parte de nuestra condición humana… y reírnos un poco de nosotros mismos. Es una señal de inteligencia, de la capacidad para distinguir lo fundamental (poquitas cosas lo son) y lo accesorio. Y parece que eso también es clave ante las adversidades.

Ya veis, la resiliencia no es una especie de superponer que algunos privilegiados poseen. Es una capacidad que se construye, se alimenta, se desarrolla… Es cierto que no todos tenemos las mismas oportunidades para desarrollar estos cinco factores protectores. Por eso, hay que seguir trabajando para cambiar este mundo mal repartido. Pero, a la vez, podemos ayudar y ayudarnos para que, en nuestras circunstancias concretas, potenciemos esos anticuerpos ante la adversidad. Con la ayuda de los otros (el apoyo social). Mirándonos al espejo de manera realista, pero cariñosa... (la autoestima). Formándonos, cultivando nuestras aficiones, nuestras habilidades, especialmente nuestra capacidad de comunicarnos… (las competencias o habilidades). Haciéndonos preguntas, cogiendo las riendas de nuestra vida, no dejando que la vida vaya pasando sin más… (el sentido de la vida). Y sonriendo, riéndonos, especialmente de nosotros mismos, bailando, cantando, silbando, siendo, a veces, un poco niños o piratas… (y el sentido del humor).

 

En momentos complicados, podemos pensar que todo está perdido y que no hay nada que hacer. Ese realismo sin esperanza nos vuelve cínicos. También podemos pensar que, pase lo que pase, todo acabará bien, que basta con desear algo para que suceda. Esa esperanza poco realista nos vuelve ilusos o ingenuos.

La resiliencia nos ayuda a ajustar la mirada, a combinar sabiamente realismo y esperanza para seguir adelante. No es un superpoder. Es, simplemente, vivir intensamente la vida poniendo en juego lo mejor de nuestra condición humana.