EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

La Educació Social al nuevo humanismo del siglo XXI

La Educació Social al nuevo humanismo del siglo XXI

Jesús Vilar Martín
Director Académico de Grado y profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL
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21.02.16

El año 2006 señalamos que la educación social se enfrentaba a tres desafíos evidentes: en primer lugar, era necesario profundizar los procesos de identidad para singularizar y comprender quién era y qué podía ofrecer a la sociedad en el conjunto de las profesiones socioeducativas; En segundo lugar, es necesario reforzar el posicionamiento ético para que una profesión de carácter político como éste tenga claro que los valores que guían su trabajo están al servicio de la promoción de la justicia que emana de los Derechos Humanos; En tercer lugar, es esencial aumentar el rigor y la base de los procesos técnicos de trabajo porque era necesario superar el dualismo entre el conocimiento y la vocación. El primero sin el segundo crea tecnócratas sin alma, mientras que el segundo sin el primero puede ser un fraude y un engaño más cercano al control social y la autorrealización que un motor de transformación de la calidad de vida de las personas.

10 años después, y mirando en perspectiva, se puede decir que estos desafíos siguen en vigor;  y no tanto porque no hayan avanzado en cada uno de ellos, sino porque son de naturaleza estructural, para que siempre estén presentes y nunca sean definitivamente alcanzables. Si la sociedad cambia, la profesión no puede ser estática: sin sacrificar su esencia, debe adaptar su identidad a lo que la sociedad necesita (misión, autoimagen y compromisos con la sociedad); Sin sacrificar sus principios éticos de referencia, debe crear estructuras que le permitan contextualizarlas en nuevos escenarios y contextos de trabajo; Por último, sin tener en cuenta todo el conocimiento que ha generado, debe establecer estrategias para crear nuevos conocimientos frente a los retos emergentes.

Inevitablemente, la educación social debe acceptar que el dinamismo y la adaptabilidad son elementos esenciales de su razón de ser,  tanto si la vemos des de la perspectiva de los estudios universitarios, como si lo miramos des de la perspectiva de la profesión  (en definitiva, dos caras de la misma moneda).

El universo de la Educación Social podrá asumir estos retos si es capaz de fomentar una cultura profesional que pueda adaptarse a los complejos escenarios en los que realiza sus tareas. Lo que puede cristalizar esta nueva cultura es la profesionalidad reflexiva que integra la vocación de servicio, el sentido ético y el deseo de crear conocimiento. Desde esta perspectiva, la práctica profesional debe convertirse en una experiencia de investigación diaria.

En los nuevos escenarios de complejidad ya no basta con aplicar recetas y respuestas cerradas que alguien ha creado en un laboratorio. Ahora se debe promover la investigación como una forma específica de trabajo cooperativo entre personas altamente capacitadas para construir respuestas a medida que se adapten a cada una de las nuevas realidades a las que se enfrentan los profesionales.

La complejidad de las sociedades modernas requiere la construcción de un nuevo marco de pensamiento que articula armoniosamente la ciencia (el saber), la ética (el sentido) y la estética (la forma de hacerlo). Se trata de tiempos de encuentro, confluencia y transversalidades entre profesiones (la transprofesionalidad de las redes), entre áreas de conocimiento (la transdisciplinaridad del pensamiento complejo) y entre sistemas de valores (¿un nuevo humanismo para el siglo XXI?).

El dinamismo inherente a la educación social es un escenario de prueba ideal para impulsar estas transformaciones. Nadie ha dicho que sea fácil, pero se puede intuir que en el futuro que ya ha llegado sólo será significativo para la sociedad aquellas profesiones que están formadas para desarrollarse en estos entornos de complejidad y que, posiblemente, las que no se adapten se convertirán en actividades secundarias de bajo perfil profesional.

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