EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

Tenemos que continuar hablando de ética en la educación social

Tenemos que continuar hablando de ética en la educación social

Jesús Vilar Martín
Director Académico de Grado y profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL
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21.03.16

La ética es un componente estructural de la identitdad de los educadores/as sociales por tres razones que se entrelazan entre ellas:

·Porqué la acción socioeducativa responde siempre a una lectura de la realidad que se interpreta des de criterios de valor.

·En segundo lugar, porque se trata de una profesión que des de su origen ha manifestado unas posiciones políticas bien definidad y trabajar para el bienestar de las personas y las comunidades.

·   En tercer lugar, porque trabajar con personas vulnerables ha hecho que es la cura, el respeto y la comprensión, elementos de una gran carga valorativa, esten en el centro de la relación educativa. 

·Finalmente, porque la toma de decisiones delante de situaciones moralmente problemáticas hace que inevitablemente aparezcan conflictos de valor en el día a día que pueden generar malestar y estrés. 

Si nos fijamos en el recorrido histórico que ha hecho la educación social, vemos que siempre ha habido conciencia de que la ética, la técnica y la política van de la mano i de ahí, la importancia que se le dio a la construcción del código deontológico, un documento que indica las aspiraciones morales de la profesión. Sin embargo, tener un código deontológico donde se indican las aspiraciones identitarias, no implica necesariamente que la ética haya llegado a la actividad cotidiana de los profesionales, ni por las aspiraciones ni en la capacidad operativa de gestionar de manera justa los conflictos de valor. 

Convertir todo lo que tiene que ver con la ética de la profesión en la aplicación del código deontológico es un camino de corta distancia. Porque no se trata sólo de ver en qué espacio ocupa la ética regulatoria en la educación social y crear consejos para la aplicación del código deontológico, sino de promover la educación social desde una perspectiva ética, donde adopta una posición central, mucho más amplia.

Desde esta perspectiva, la ética impregna todas las dimensiones de la actividad profesional: la forma de leer la realidad desde un determinado sistema de valores que supera la perspectiva tecnocrática, la voluntad de hacer diseños desde el rigor científico o el deseo de trabajar en cooperación por el bienestar de las personas cuidadas desde el respeto y la confianza con otros profesionales.

Con otras palabras: proponemos un punto de partida en el que la centralidad de la ética en la educación social esté presente en su dimensión científica (fundamentos teóricos y epistemológicos), en la técnica (estrategias, procedimientos y metodologías de trabajo) y en la valorativa (posicionamiento político, valores y actitudes ante los retos éticos que se le presentan), de modo que los grandes ideales de la educación social se trasladen realmente al día a día.

Este posicionamiento hace que la etica adquiera una dimensión poliédrica que apunta a cuatro tipos de capacitaciones complementarias:

Capacitación ética, capacitación científica, capacitación técnica y capacitación personal-emocional.

• La capacitación ética hace referencia al desarrollo del sentido moral, el compromiso político, la responsabilidad y el deber profesional.  

• La capacitación científica hace referéncia a la formación ámplia y rigurosa, la predisposición al estudio y a la investigación para asegurar que las decisiones morales que se toman están sólidamente fundamentadas.

• La capacitación técnica hace referencia al dominio de los recursos metodológicos, en la precisión instrumental y en la capacidad de traducir los planteamientos teóricos en acciones evaluables.  

• La capacitación personal-emocional, que es transversal a las anteriores, implica potenciar les competencias relacionales, la inteligencia emocional, la sensibilidad, y el autoconocimiento sobre las propias características personales. 

Si se adopta perspectiva, se puede ver que todavía queda mucho trabajo por hacer. 

La educación social como profesión debe construir dispositivos públicos y colegiados para hacer de este enfoque amplio y multifacético impregne toda la profesión, desde sus fundamentos éticos y científicos hasta las estrategias de gestión diaria de conflictos de valor. El desarrollo de la ética en todas sus dimensiones requiere dar impulso a los dispositivos que contemplan tres elementos principales: en primer lugar, un espacio sistémico para la deliberación y la creación de conocimiento (por ejemplo, espacios para la reflexión ética); en segundo lugar, un método deliberativo (es decir un sistema protocolizado para la discusión de los dilemas); En tercer lugar, materiales técnicos especializados que proporcionan argumentos a cuestiones morales que se están debatiendo y que ayudan a tomar decisiones (por ejemplo, indicaciones técnicas sobre las mejores prácticas).

Esta estructura debe aplicarse en cada uno de los cuatro niveles de análisis en los que se realiza simultáneamente la actividad profesional: la identidad dada por la profesión, la especialización que da un campo de trabajo específico, el conocimiento que se genera dentro de un equipo de trabajo, y finalmente la conciencia individual que cada profesional desarrolla.

Para el primer nivel, esto se puede traducir en la construcción de comités de ética en los diferentes colegios profesionales. En cuanto a la segunda, la creación de espacios de debate especializados para especificar el código deontológico en las particularidades de cada ámbito; en cuanto a la tercera, promoviendo espacios de discusión ética en equipos, para que aprendan de su propia experiencia y puedan utilizarla en su vida diaria, pero también que puedan trasladarla a los espacios de debate del segundo nivel de análisis (la especialidad del ámbito).

En resumen: la ética en la educación social todavía tiene un largo camino por recorrer. Debe impregnar personas, servicios, equipos y organizaciones para que el trabajo que se lleva a cabo sea coherente con lo que se define idealmente en el código deontológico.

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