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Humanizando: el equilibrio entre atender y entender

Humanizando: el equilibrio entre atender y entender

Rosa Maria Navés Soldevila
Docente del área sociosanitaria de Formación, Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés
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07.06.23

¿Qué significa llegar a mayor?

Quiere decir que hemos estado de suerte y que hemos superado con éxito las diferentes etapas de la vida: infancia, adolescencia, juventud, adultez, madurez, vejez... y que en este tiempo y en este proceso hemos crecido, hemos superado enfermedades y problemáticas variadas, hemos aprendido supervivencia y hemos disfrutado de estar vivos y vivas. Y es esta última premisa, la de estar vivos, la que nos traspasa hasta el último momento.

¿Qué significa estar vivos?

Vivir... ¡tan fácil y tan complicado que es a veces! Todos queremos llegar a mayores con todas nuestras posibilidades físicas y mentales en perfecto estado y esta es la mejor de las opciones, pero ¿qué pasa si se necesita apoyo y atención para las necesidades básicas, si se depende de otra persona para poder comer, moverse, vestirse, ir al baño o para cualquier otra actividad básica de la vida diaria (ABVD)? La situación se complica, ya que se depende de la voluntad de otra persona y nuestra autonomía (el bien más preciado) puede resentirse.

¿Qué pasa si nuestro problema es el estado cognitivo o el emocional, que al hacernos mayores se deteriora? Pues también necesitaremos ayuda para hacer, decidir, pensar y, en definitiva, vivir.

En ocasiones, son las dos esferas las que quedan comprometidas y es lo mismo: la dependencia de otras personas, incluso de las instituciones, de los centros geriátricos, de los hospitales y de todos los servicios que rodean la cobertura de estas necesidades.

Y por eso estamos la gente que trabajamos en este ámbito.

Tal y como todos sabemos, la atención a las personas ha ido cambiando, al menos se ha reflexionado sobre esta cuestión, y esto nos ha ayudado a los profesionales que trabajamos con las personas mayores a tomar conciencia de por qué trabajamos y cómo lo hacemos.

Desde el cuidado a la atención

¿Qué diferencia hay entre las dos palabras, cuidado y atención?

La primera, aunque correcta y adecuada, es pasiva. Cuidado significa cuidar y va desde el yo, que estoy haciendo el trabajo (cuidado) con buena intención y voluntad, hacia el otro, como persona a la que tengo que cuidar, hacer, dar, controlar, etc.

En cambio, la atención va más allá. Significa ver, evaluar saber, preguntar, hacer partícipe a la persona afectada de su propio cuidado, de las ideas, de la forma de pensar… Significa ayudar a esta persona que atendemos a poder hacer lo que quiere.

Una y otra suelen ir juntas, pero entender el fundamento de cada una también nos hace ver las cosas desde otra perspectiva. Ya hace tiempo que se habla de la atención centrada en la persona (ACP). Es una buena manera de encarar los cuidados, pero no deja de ser en algún momento artificial, ya que es un modelo ideal y no siempre se puede aplicar como debería, por falta a veces de medios, por cómo están encarados los cuidados desde un punto de vista institucional, por desconocimiento, por no haber reflexionado de lo que realmente significa ACP... Y no hace falta culpar a nadie; al revés: debemos celebrar se puso sobre la mesa esta manera de hacer más empática. Pienso que el sector de la gente mayor está todavía en construcción; de hecho, todos los sectores de atención, de cuidar a les personas, lo están, porque nunca se llega a saber lo suficiente y a hacerlo bien. Por eso, son sectores que podríamos calificar como creativos.

El futuro (ya está aquí)

Hay que decir que el mejor lugar para las personas es su casa, si pueden permanecer en ella. Pero hay que ser realistas y, en ocasiones, los cuidados necesarios no se pueden hacer en el hogar y hay que optimizar recursos. Por eso están los centros geriátricos y los centros de día. De hecho, los centros de nueva construcción se hacen pensando en que los espacios comunitarios y los comedores parezcan un hogar y tengan, por ejemplo, una cocina con nevera y menaje de vajilla propio como si se estuviera en casa. Todo está pensado para que el entorno pueda amoldarse a las personas, por ejemplo, en los momentos de las comidas.

Hace unos años, empezó a hablarse de cero contenciones. Es uno de los mejores avances que se han realizado, en el sentido que se deben prevenir los accidentes de otra manera, estando pendientes, y dejar mover a la gente mayor con más libertad. Se observó empíricamente que la gente mayor podía caer, pero menos de lo que se creía, y que el movimiento hacía que las personas mantuvieran la musculatura y tuvieran menos peligro.

Después llegaron las unidades de convivencia, que la covid nos ha evidenciado como solución de control de contagio. Convivir con personas puede ser complicado, en un centro también; no se conocen, han tenido sus vidas, su carácter... y de repente deben convivir. En este caso lo ideal es que esta convivencia se ajuste al perfil de los usuarios, para que, entre otras cosas, se facilite la compañía y la socialización.

El punto justo

Siempre comento a los profesionales que trabajamos con personas mayores que el cuidado y la atención debe hacerse con la actitud correcta. La misma que utilizamos con los amigos, la familia, con quienes amamos y apreciamos, con aquellos que casi siempre estamos a gusto y que cuando, alguna vez, no lo estamos lo suficiente, sabemos encontrar la manera de hacerlo (con creatividad). Sin embargo, también necesitamos mucha competencia profesional, de quien sabe hacer, de quien marca los ritmos, de quien sabe actuar porque tiene los conocimientos, las habilidades y las competencias.

Ahora bien, en este cóctel actitudinal y competencial, no se puede traspasar la línea de la implicación personal y emocional. Teniendo en cuenta que estas personas dependen de nosotros en el desarrollo de las actividades básicas y propias de la vida diaria (ABVD), este equilibrio no es fácil porque requiere dosis de empatía, vocación, motivación, control del estrés, frustración... envueltas de profesionalidad. Esto, mirado de cerca, nos revela la importancia de estos cuidados y atenciones y debería poner en valor el trabajo de atender y entender.

Atender y entender

Definitivamente, atender y entender es humano. Lo que hace falta es ver a las personas mayores a las que cuidamos desde su y nuestra humanidad. Parece fácil, pero no lo es, ni mucho menos. Hay que reflexionar, pasar por el cedazo propio de experiencia vital y digerirlo, añadiendo como ingrediente básico que se trata de un trabajo. Aunque no sea como cualquier otro.

Hasta aquí para reivindicar un trabajo, una forma de hacer tan sencilla y al mismo tiempo tan difícil de hacer bien. ¿Por qué? Para expresar lo que representa para la sociedad que haya personas que atienden y entienden personas; para dar reconocimiento a este trabajo que realizamos mayoritariamente mujeres, especialmente en la atención directa (ABVD).

No es un trabajo mecánico. Tiene herramientas mecánicas que ayudan y la facilitan, desde la mejora en la infraestructura de los edificios a las grúas de movilizaciones, los cubiertos ergonómicos... Las llamadas ayudas mecánicas hacen que los trabajos de atención directa puedan ejecutarse mejor, pero esto no es suficiente.

A este y todos los trabajos con y para las personas, es necesario darles su valor. Y en el caso que me ocupa especialmente y por mi experiencia como profesional de la intervención y docente del sector, puedo decir que la formación necesaria para desarrollarlo es suficientemente amplia den materia de conocimientos de fisiología, morfología, procesos cognitivos, emociones, patologías, toma de decisiones rápidas y vitales, cuestiones éticas... También sirve de espejo propio en el que nos reflejamos para ver en directo el devenir de la vida. Por eso es necesario reconocer socialmente la importancia que tiene, ya que es un trabajo de saber hacer, pero también de saber ser y estar, especialmente HUMANA.

Hay que dar valor a todo lo humano y que siempre será humano hasta el último aliento de vida. En una sociedad donde las máquinas y la inteligencia artificial nos facilitan las cosas e, incluso, nos dan ideas, hay que dejar claro que nunca podrán atender y entender a la vez.

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