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Las habilidades sociales, herramienta básica de las profesiones de la acción social

Las habilidades sociales, herramienta básica de las profesiones de la acción social

Lisette Navarro Segura
Profesora del Grado en Educación Social y Trabajo Social, del Máster universitario MEIA y del Postgrado de Experto universitario en herramientas para la intervención socioeducativa para profesionales de la acción social.
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09.02.17

A raíz de la noticia de que los científicos del MIT han creado una aplicación para entrenar las habilidades sociales para ayudar a las personas con trastornos de ansiedad o Asperger, nos hace pensar que no sólo estas personas con clara dificultad para relacionarse deberían someterse a un entrenamiento de este tipo. De hecho, las habilidades sociales son cosa de todos y todas y quien más quien menos tiene posibilidades de mejora.

Tener un buen control de las propias habilidades sociales es básico para cualquier situación, para personas de todas las edades y se relacionen con quien se relacionen. Si dominas tus habilidades comunicativas y sociales podrás demostrarlo en una tienda comprando leche, en la oficina de hacienda cuando vayas a reclamar algo o incluso, con la persona que te llama de la compañía de teléfono para vender ' t un nuevo producto.

Pero a pesar es cierto que a todos nos beneficia, hay unas profesiones que no pueden convertirse ni desarrollarse como tales sin esta manifestación explícita del control de las habilidades personales. Hablamos, sobre todo, de las profesiones de la acción social o de las de relación de ayuda, como pueden ser los maestros, los psicólogos o los educadores sociales. Son las profesiones que tienen en su núcleo la relación con el otro, ya sea para ayudarle, para educarlo o para atenderle en una situación vulnerable. Es en estos casos cuando más valoras que la persona que tienes delante pueda interpretar tu rostro; adivinar el cóctel de sensaciones y emociones que están pasando de golpe por tu cuerpo; que pueda reconocer el miedo en los gestos o la incertidumbre en la mirada; es cuando más valoras que puedan hacerte una pregunta que te ayude a ordenar tus pensamientos y luego, te escuchen de verdad; que te sonrían para transmitir confianza y, en general, su puesto sea de complicidad y de ayuda.

Esto ocurre porque las habilidades sociales nos permiten conocernos a nosotros mismos. Saber cómo reaccionamos ante algunas situaciones, que nos afecta, cómo gestionamos las emociones ... Poder anticiparnos a determinadas reacciones puede ahorrarnos más de un remordimiento posterior. Nos permiten también poder conocer al otro, acercarnos a su realidad, a su vivencia personal de lo que le sucede. Con la empatía como cabecera de este aspecto, podemos identificar las emociones del otro para actuar de acuerdo con lo que más necesita en ese momento.

Como consecuencia, un buen dominio en estas competencias sociales mejora las relaciones interpersonales, nos capacita para vincularnos con el otro sin hacer daño, respetándolo y respetándonos. Todos agradecemos el buen trato y este se logra predicando con el ejemplo.

En el caso de las profesiones de la acción social, las habilidades sociales son una herramienta básica de trabajo. Se hacen imprescindibles como lo es un bisturí para un cirujano o una sierra para un carpintero. Nosotros y nuestras habilidades son las que determinan en gran medida la calidad de nuestra labor profesional.

Y finalmente, las habilidades sociales transforman el mundo en un espacio asertivo, respetuoso, lleno de valores y donde la diversidad y las diferencias tienen plena cabida ya que el diálogo, la escucha y la empatía son la base de las relaciones. Si todavía no las dominas, ya sabes ... entrénate!