COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL

BLOG FUNDACIÓN PERE TARRÉS

Distanciamiento físico, proximidad social

Distanciamiento físico, proximidad social

Maria Valencia
Representante de la Federación de Entidades Cristianas de Tiempo Libre. DIDANIA
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07.06.20

Estos días no dejamos de escuchar por todas partes las palabras ‘distanciamiento social’ y las decimos como si tras esta expresión no supusiera nada más que separarnos en la calle o en las tiendas.

El mundo educativo ha trabajado activamente durante las últimas décadas para abordar temes tan profundos como la llamada segregación cultural, la brecha digital o la ruptura social, buscando, por encima de todo, la solidaridad, el vínculo, la inclusión, la participación comunitaria… En definitiva, los valores y los derechos fundamentales para la humanidad como herramienta esencial para la convivencia. Y de repente, en poco menos de 60 días, nos podemos cargar todo esto hablando de distanciamiento social. Porque no es social este distanciamiento, sino puramente físico. Es espacio el que se tiene que salvar entre nosotros, no una falta de gestos que favorezcan la proximidad en todos los sentidos.

Nos tenemos que separar físicamente. No nos podemos tocar o abrazar como querríamos, pero nos podemos sentir cercar igualmente, mirarnos a los ojos y detectar las múltiples emociones, o bien encontrar una sonrisa dibujada tras la mascarilla.

Cabe decir que el mundo es diverso y lleno de una gran riqueza social, cultural y funcional, y que, dentro de él, la multiplicidad de personas con todas sus condiciones y contextos, capacidades, virtudes y limitaciones personales se convierten siempre en un valor añadido por el que hay que velar. 

Seguro que nos tendremos que reinventar y buscar nuevas fórmulas para generar y regenerar nuestros vínculos y nuestras relaciones, pero ahora es fundamental algo que va más allá del distanciamiento. Es momento, más bien, de reforzar la proximidad social

En estas semanas de confinamiento, hemos podido comprobar que podemos ser prácticamente imparables como sociedad y casi invencibles —aunque este virus invisible ha vencido a demasiados de los nuestros—, y todo esto podemos serlo únicamente manteniéndonos juntas y juntos desde el respeto, la solidaridad y el cariño.

Si algo dejará patente esta crisis es que aquella brecha social contra la que luchábamos aún será mayor y más terrible. No hace mucho tiempo que hablábamos de cifras del 20 y hasta del 25% de pobreza infantil —¡1 de cada 4 niños!— en nuestro país. Muy probablemente superaremos estas cifras y no será una lucha fácil. De hecho, la nueva realidad ha comenzado con un nuevo termino para esta situación: la ‘nueva pobreza’.

Es difícil imaginar cómo volveremos a remontar esto y cómo tendremos que arremangarnos socialmente desde la población civil y desde las administraciones para abordarlo. Está claro que, de momento, todo es demasiado incierto. A modo de ejemplo, ¿a quién penalizan los sistemas virtuales de aprendizaje, que están poniendo en funcionamiento miles de docentes con todas sus energías, horas y esfuerzos, sin dejar de ver y atender las dificultades inmensas en los contextos familiares al otro lado de la pantalla? 

Lo que sí resulta evidente es que esto solo se supera desde el no distanciamiento social. Más que nunca necesitamos de vínculos personales. Más que nunca, de la acción comunitaria. Más que nunca, de la proximidad social. Y todo esto se debe dar, al mismo tiempo, desde el distanciamiento físico. Seguro que encontraremos la fórmula para hacerlo más fácil. 

Y en medio de esta situación, el mundo educativo tendrá todo un reto por delante, sin desmerecer ni dejar atrás todos los esfuerzos invertidos en el cambio de paradigma en el que ya hace unos años este ámbito se encuentra inmerso. 

El ocio educativo también se convertirá en un espacio esencial y protagonista para abordar las grandes necesidades generadas por esta crisis. Será un papel fundamental ya que, si hay alguien experto en educación en valores, en voluntariado, en traspasar las barreras de la brecha social son los recreos, los esplais y las entidades con sus actividades inclusivas, abiertas y diversas (colonias, centros, campamentos, tardes de actividad) y, como no, sus monitores. 

El momento actual es clave para garantizar el acceso de todos los niños y niñas a estas propuestas educativas. Y decimos educativas porque siempre lo han sido. Y esto se tiene que hacer ya, de forma inmediata y ágil, este verano y también después del verano, en la nueva normalidad de la que nos hablan.

Centros socioeducativos que cada tarde atienden y acompañan a miles de niños y niñas en su proceso de crecimiento como personas; centros de esplais que sabrán reinventarse para acoger a todo el mundo, aunque ya lo están haciendo des del primer minuto de este confinamiento con propuestas de todo tipo —como colonias virtuales o actividades para las salidas a la calle—, con el objetivo de educar y dar espacio a los pequeños desde propuestas integrales a pesar del requerimiento de mantener la distancia física; colonias, campamentos, casales de verano y múltiples propuestas educativas organizadas por entidades como la nuestra.

En su conjunto, un gran abanico de iniciativas que han tenido lugar siempre, tienen lugar en estos momentos y tendrán lugar en el futuro en espacios privilegiados donde trabajar para todos los niños y niñas, adolescentes y jóvenes de nuestro país, buscando por encima de todo la equidad y la proximidad social.

Ahora, más que nunca, el mundo del ocio educativo no puede ser un lujo sino una gran oportunidad al alcance de todo el mundo.

¿Seremos capaces de garantizar, entre todos y de manera conjunta, este camino hacia la proximidad social por encima de la distancia física?