COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL

BLOG FUNDACIÓN PERE TARRÉS

Centro abierto y bienestar emocional

Centro abierto y bienestar emocional

Aitor Irayzoz Monera
Trabajador social y psicólogo. Coordinador del Centro Abierto Les Corts/Sants “La Casa Roja”, Barcelona, des de 2017
Ver todos los artículos

07.02.23

A pesar de no poder medirse, ni tocar, ni ver ni incluso percibir, el bienestar emocional es quizás lo que todas las personas buscamos, con mayor o menor intensidad y con mayor o menor éxito, durante todas las etapas de nuestra vida. Vendría a ser como un equilibrio "plácido" entre nuestros pensamientos, nuestras emociones y sentimientos, nuestras acciones y finalmente nuestra interacción con el entorno.

El bienestar emocional es la base del trabajo que, día tras día y tarde tras tarde, ocurre en el Centro Abierto de Les Corts. Las familias acaban dirigiéndose al centro abierto, y a menudo la base de sus necesidades y de sus demandas tiene que ver con encontrar este bienestar enfocado a sus niños y niñas y sus núcleos familiares. Quieren caminar juntas (y acompañadas) en este momento de su viaje vital y familiar.

El centro abierto pone, pues, el peso de su acción en el vínculo emocional sano, en el cariño, en la comprensión, en el amor y también en el “humor”, para garantizar un acompañamiento que promueva bienestar emocional, y que las personas que atendemos sientan “La Casa Roja”, que es el nombre que le hemos puesto entre todas al centro abierto, como una casa propia más dentro de su ciudad.

El centro abierto ofrece, además, frente a esta idea, una doble vertiente, preventiva e interventora. Por un lado, pretende ayudar a prevenir situaciones que se conviertan o promuevan malestar en niños, niñas y familias y, por otro, pone el foco en la intervención tanto individual, grupal como familiar para generar bienestar. O, dicho de otro modo, y fundiendo ambos conceptos, interviniendo de modo que nuestro acompañamiento genere bienestar y prevenga a la vez contra aquellas situaciones generadoras de malestar.

Un cierto porcentaje de las familias que aterrizan en el centro abierto presentan dinámicas familiares a menudo disfuncionales, donde la función parental está afectada por diversos motivos, entre ellos, los de haber sufrido graves y muy graves adversidades durante sus infancias, de tal forma que no pueden cubrir correctamente las necesidades de los niños y niñas. Estas situaciones familiares generan una tendencia a la transmisión generacional de traumas relacionales y acaban repercutiendo negativamente en sus hijos o hijas. Nos encontramos a menudo con niños, niñas y jóvenes con unas capacidades más o menos afectadas a la hora de modular correcta y adaptablemente sus emociones y expresiones conductuales, lejos de experimentar bienestar emocional o de cualquier tipo.

Los datos que aporta la OMS en este ámbito nos hablan de una situación real y actual en la que casi un 30% de los niños y niñas en toda Europa han sufrido o están sufriendo situaciones familiares de maltrato y/o de algún tipo de abuso, y debemos pensar además que la mayoría de estas situaciones a menudo no se detectan, o se detectan demasiado tarde. En muchos de estos casos, la negligencia parental o la incapacidad para cubrir las necesidades básicas vitales y afectivas, que hay detrás de estas situaciones, es la causante de que estos niños, niñas y jóvenes que estamos atendiendo presenten dificultades emocionales y funcionales.

En el caso concreto de los adolescentes y jóvenes nos encontramos, además, con las dificultades propias de la edad y con la presencia de las frustraciones e incertidumbres en la transición hacia la edad adulta. Muy a menudo tratamos con jóvenes concretos que, debido a estas negligencias parentales que han podido sufrir, presentan dificultades a la hora de establecer vínculos seguros, confiar en el adulto o dejarse acompañar y cuidar adecuadamente. Muchos de ellos presentan tendencia al conflicto con el otro, al aislamiento, a la soledad y, en casos más graves y cada vez más frecuentes, a conductas autolesivas. Cabe mencionar una reciente encuesta hecha a jóvenes en Cataluña donde “las ganas de morirse” ha estado presentes en alrededor de un alarmante 9% de los y las jóvenes encuestadas. De hecho, actualmente se está considerando la soledad y los procesos depresivos más o menos graves como una de las pandemias más preocupantes del presente siglo. Hablamos de jóvenes que están sufriendo actualmente y de forma histórica un cúmulo de crisis como son la crisis económica mundial que se inició en 2008, la crisis climática, la crisis humanitaria y migratoria, la crisis de la pandemia por covid, y ahora, más actualmente, la crisis provocada por la guerra en Europa, y las que vendrán. Esta situación globalizada genera aún más ansiedad, más incertidumbre y más miedos hacia el futuro, que acaba generando mayor tendencia al aislamiento personal y a conductas poco funcionales. Y es por eso que el trabajo para fortalecer y nutrir el bienestar emocional de nuestros niños, niñas y familias se convierte en la razón de ser del nuestro proyecto y de otros muchos proyectos afines.

En la programación educativa diaria de “La Casa Roja” utilizamos una serie de herramientas que nos son muy útiles para trabajar las emociones con “nuestros” niños, niñas y jóvenes y sus familias. La más importante es el proyecto VÍNCULOS, iniciado el presente curso, y que ofrece un espacio tutorial individual y de familia que está favoreciendo la creación de vínculo positivo y que permite, poco a poco, ir creando espacios de confianza y de apoyo con el objetivo de acompañar a las personas que atendemos en su devenir personal y familiar.

Trabajamos también dentro de las aulas con diferentes propuestas relacionadas con la gestión emocional positiva, fruto de nuestro trabajo como equipo dentro del proyecto SENTIR, llevado a cabo durante el pasado curso, y que pone la atención en la expresión, en el reconocimiento de las emociones y en la “mentalización”, concepto reciente en psicología que tiene que ver con poder reconocer las emociones y las conductas tanto ajenas como propias para garantizar, o al menos propiciar, un funcionamiento empático, responsable y adaptativo, como base del bienestar emocional y de las relaciones sanas.

Entonces, una parte esencial en el trabajo diario tanto en el nivel grupal como en el individual y tutorial, pone el foco en dotar de herramientas eficientes hacia la expresión, el razonamiento y la comunicación asertiva y no violenta de las emociones y sentimientos que sentimos unas y otras.

Comparte el artículo

Etiquetas