EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

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El fracaso europeo

El fracaso europeo

Jordi Sabater
Profesor de Historia Social y Política Social de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - URL
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03.04.16

La crisis de los refugiados evidencia con tota la crueldad y el dramatismo el fracaso de Europa. De las instituciones europeas, de la sociedad europea i del sueño europeo.

Los europeos, no sin cierta prepotencia, se han vanagloriado de nuestro modelo social que supuestamente se basaba en la eficiencia productiva, sino también en la equidad social, la solidaridad y la defensa de los derechos humanos, dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero en el momento de los acontecimientos, cada nueva crisis mostraba que la realidad era muy diferente.

Una vez más, la Unión Europea no ha podido actuar como unión, de coordinarse con un mínimo de eficacia e incluso aplicar los acuerdos contraídos.Pero a pesar de ser importante, este no es el principal problema. La cuestión subyacente es que los viejos fantasmas de la xenofobia y el racismo están reapareciendo con una creciente capacidad de impacto social y político.

Europa naufragó por las mismas razones que llevaron a su constitución. Después de las dos guerras civiles de la primera mitad del siglo XX, las élites europeas eran conscientes de la necesidad de amortiguar los conflictos nacionalistas y sociales, con algún tipo de supranacionalidad y con los Estados sociales, aunque todo esto estaba bajo la prioridad de la construcción de un mercado común. En los últimos años, las políticas de austeridad y el remercantilización de los derechos sociales han creado una amplia inquietud social sobre qué populismo de derecha ha construido su historia de identidad. El racismo reaparece en otra era de fracturas sociales, temores y exacerbación del nacionalismo.

Europa también está chocando con las consecuencias de su pasado imperialista y su política internacional contradictoria y su falta de voluntad política real para gestionar democráticamente la diversidad cultural.

Frente a la amenaza global y multicultural, la respuesta de Europa está siendo encerrarse dentro de sus muros. Una respuesta equivocada porque ya no hay fortalezas inexpugnables y los únicos beneficiarios terminan siendo los empresarios del negocio de la trata de personas. El otro lado del negocio de vender armas o comprar petróleo. Y también una respuesta preocupante: el cierre está legitimado por el miedo, por la negación del otro.

Más allá de la urgencia del momento, la manera de luchar por un desastre como la actual crisis de refugiados es apostar por una nueva Europa, verdaderamente preocupada por el bienestar de sus ciudadanos y, por lo tanto, por la del resto de la humanidad

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